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TennisAid- el lado solidario del tenis

TennisAid- el lado solidario del tenis: el primer día en Uganda

Foto: Martin Rocca Coco

Foto: Martin Rocca Coco

Tras haber estado en contacto diario con nuestros amigos, sabíamos que llegábamos a Kampala en época de lluvias. Es Domingo por la mañana y llueve intensamente. Para las 11  deja de caer agua y sale el sol, casi sin nubes. Abrimos las bolsas y les damos todo el material y ropa que pudimos recolectar. Sacamos una red de Minitenis al patio y comenzamos a jugar con unos niños vecinos. Nos dicen que por la tarde podremos trabajar pese a lo llovido.

Como una primer excepción, los entrenadores de la Asociación Jouvin Child Sports, nuestros anfitriones, programaron una clase en Ntinda School for the Deaf, una escuela donde 16 niños sordos nos esperan para hacer una sesión extraordinaria. Esta Escuela la conocía por los videos que sus entrenadores, Vincent y Julius, cuelgan habitualmente en Facebook y de hecho tenía muchas ganas de conocerla en persona

El primer contacto con ellos fue muy extraño. Se notaba que tenían expectativas de ver a dos entrenadores que venían a visitarlos, pero al ser niños de otro país, que aparte son sordos y casi no emiten sonido alguno (los pocos que pueden hablar lo hacen con mucha dificultad), causarles una buena impresión de primer momento no seria nada fácil.

Foto: Martin Rocca Coco

Foto: Martin Rocca Coco

Comenzamos a hacer una rutina simple de calentamiento y para sorpresa nuestra, hacen todo a la perfección, con un orden asombroso. Luego pasamos a hacer un trabajo de golpes en parejas, para que todos puedan trabajar al mismo tiempo. Nuevamente nos dan una lección de disciplina, seriedad y obediencia. Trabajan sin parar, no hay gestos de fastidio ni disconformidad. Y siempre sonriendo. Hay que destacar que todo esto lo están haciendo en un espacio de 10×5 metros de tierra lo cual hace difícil la tarea de enseñar allí, pero ellos mismos se encargan de maximizar el poco espacio del que disponen. Allí vemos aparecer algunas miradas cómplices, esas que te dicen que comienzas a conectar con alguien mas allá de las barreras de comunicación.

Fuimos aprendiendo sobre la marcha el lenguaje de señas y ellos muestran agradecimiento cada vez que los felicitamos por un buen golpe, en cada ocasión que les hacemos entender que lo intenten otra vez tras cometer un error o que les decimos «Gracias!» cada vez que educada y cariñosamente nos alcanzan una pelota del suelo.

Foto: Martin Rocca Coco

Foto: Martin Rocca Coco

Luego comenzamos a hacer un ejercicio competitivo y aquí las sonrisas pasan a ser ya comunes en todos ellos porque se los ve disfrutar de cada cosa que proponemos. Hacemos un juego dividiendo el grupo en dos. Unos trabajaban con Abel y otros conmigo. El objetivo era que cometieran el menor número de errores y mi equipo acabó perdiendo. Los que estaban con Abel saltaban de alegría, pero lo extraño era que la celebración era silenciosa, solo se escuchaban sus palmas o algún grito de los pocos nenes que emiten sonidos mal vocalizados. Los míos se reían de mis gestos porque fingía estar triste por la derrota. Complicidad subiendo a alta velocidad.

Volvemos a jugar y las risas ya son habituales. Jugamos otra vez y esta vez ganamos. Explosión de júbilo y de pronto una niña viene por detrás mio y me abraza.

ALTO!

En ese momento comienzan a mezclarse millones de sentimientos en mi cabeza. Y por un minuto necesito apartarme del grupo y mirarlo solo por unos instantes desde una posición neutral. Estos chicos tienen una carencia muy grande, que los condicionará para siempre. Ser sordo-mudo y en África no creo que sea un obstáculo fácil de sortear. En absoluto. Sin embargo ellos parecen felices con lo que tienen y en su escuela, en su habitat, se desenvuelven con normalidad. Ese abrazo me hizo creer que estos chicos tienen una enorme carencia de cariño pero luego dejé paso a una nueva lectura: Fué una demostración del inmenso corazón que tienen. Lo cierto es que el impacto fué grande y definitivamente muy emocionante.

Según pasan las horas voy valorando más y más lo que hemos vivido hoy. Con estos chicos trabajaremos cada tarde hasta el jueves. Serán 5 días que nos van a dejar una marca muy grande.

Al día siguiente fuimos a otro colegio: Shimoni. Allí nos esperaban muchos más chicos, en un campo de fútbol de tierra. Un espacio mucho más grande que en Ntinda. La próxima semana les contare un poco mas sobre ese gran dia.

Por: Martin Rocca Coco (@10martinrocca)

Notas anteriores:

Presentación 

¿Como nació el proyecto?

Financiación del viaje a Uganda

La llegada a Uganda

Director de Todo Sobre Tenis desde el año 2012. Periodista deportivo.

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